Cuentos de al-Ándalus es un espectáculo en el que se relatan anécdotas históricas en forma de cuento que nos transportarán a un mundo que evoca Las 1001 noches. La voz de Jesús Greus y el laúd de Luis Delgado, con música de la época, nos sumergirán en estos relatos.
En su taller, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía, el escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria
Los iconos no surgen de la nada: la alfombra individual, con la que se enzarza el musulmán, es el albergue capaz de cobrar formas en el mundo de las formas.
Las sombras son musulmanas. ¿No ves cómo se alargan? Es así cómo se postran... ¿Acaso crees que este árbol está aquí para refugiarnos del Sol? No hay refugio excepto en Al-láh. Gracias a la postración del árbol y su sombra, estos hermanos nos dan algo de descanso. No busquéis el olvido en ellos.
Son habituales las lágrimas de Zeyneb desde que empezó la guerra y, en especial, desde que tuvo que abandonar su hogar. Durante las próximas semanas observará admirada los sutiles cambios de una nueva prole de caracoles, con su característica capacidad de espera y paciencia.
Conversación entre un niño y su padre poco antes de que se ponga el Sol y finalice el día de Ashura.
En este sueño, todo parece listo para el salat, pero hay algo que lo imposibilita.
Un tablao particular donde parece no existir el tiempo acoge un cante flamenco cuyo lamento y recuerdo van más allá del mero espectáculo.
La amistad, la convivencia entre creencias y el contraste entre la penumbra y el sol del mediodía cuecen a fuego lento este cuento que tiene como escenario físico el Barrio Gótico barcelonés y como referencia simbólica el campo del Ampurdán.
Llega el momento del almuerzo, acompañado de ligeras turbulencias. Las dos azafatas van repartiendo las bandejas con precaución y su sonrisa petrificada. Suhaib abre el envoltorio y ve que el bocadillo, además de queso, contiene una ostentosa loncha de jamón.
La mezquita de los hajjis despierta una serie de sonidos que van incrustándose en aquellos que acuden a la llamada del almuédano.
Sabía que una mirada equivocada podía costarle la invalidación del ayuno... ¡Tanto esfuerzo para nada! Al mismo tiempo, quería ser un buen padre, disfrutar de un día de verano y disfrutar también de todos los secretos que se le desvelaban en Ramadán.
Mire -le dijo el musulmán al turista-, no se trata de entrar en la mezquita, sino de que la mezquita entre en usted. El turista quería ver, ver, ver... Al mismo tiempo, parecía no confiar en su capacidad de retención y deseaba fotografiarlo todo
Ayunando, ¿espera uno el té? El ayuno nos hace más transparentes, nuestra sombra desaperece, se llena nuestro corazón.
Muestra la innata nobleza de los animales frente al comportamiento humano.
Un cuento sobre un leñador que pasando una noche en el cementerio fue interrogado por los Ángeles de la Muerte.
Hace muchos años, reinaba en Balk el rey Ibrahim ibn Adham. Tenía todo el reino bajo sus órdenes y llevaba una vida de lujo, disipación y placeres. Hasta que comenzaron a ocurrirle cosas que le hicieron despertar y abrir su conciencia.
Rostro Marcado vivía en soledad en los recónditos rincones que le reservaban los amplios espacios que poseía su tribu en medio del gran meandro del caudaloso río que se estiraba como una aletargada y perezosa sierpe, una solemne y horrenda Uktena.
La cosa mas maravillosa del mundo es una propuesta donde los cuentos, el teatro sensorial,la simbología y el teatro de los sentimientos hacen que el viajero llegue a conocerse, conocer, conocernos, conoceros.
Guerrero de Brazo Roble vivía en su tribu y poco le quedaba por hacer en esta vida para darle mayor gloria a su nombre. Guerrero de Brazo Roble era un luchador de cuerpo a cuerpo, un arrojador de lanza y hacha, un arquero, un cazador de primera categoría. Su fama como hombre de acción sobrepasaba los límites de la gran llanura, donde vivía con sus hermanos pieles rojas.
Mujer de Corazón Fuerte se escondía en la tienda que se levantaba en lo más alto de la cordillera picuda y escarpada que hería, en los días de nublos y torrentera, los cielos algodonosos y oscuros que encierran la apretada lluvia que ha de caer sobre las praderas y correr desbocada como corcel frenético por los cauces de barrancas y arroyos repletos de cascotes y reptiles que guardaban sus hediondos nidos en las riberas abruptas, jóvenes, de los esteros.
Era la época en que todavía no estaba dado a cada cual el devenir de su destino, en la que simplemente se vivía y los dioses no habían dejado caer sobre las cabezas y los dorsos de los pieles rojas la pesada carga de su misión en su existencia.
Dios creó al país indio y fue como si hubiera extendido una gran manta. Puso a los indios en ella... y aquél fue el tiempo en que los ríos empezaron a correr. Después Dios creó los peces en este río y puso ciervos en las montañas... Luego el Creador nos dio vida a los indios; echamos a andar y en cuanto vimos la caza y los peces supimos que habían sido hechos para nosotros... crecimos y nos multiplicamos como pueblo. (Jefe Weninock)
Érase una señora que para cualquier acción que emprendía siempre decía la básmala: “Bismillahi arrahman arrahim”. Su marido, que siempre la escuchaba, estaba cansado de esta frase que para ella era mágica y poderosa.
La historia transcurría en aquella época en la que los hombres no habían aparecido aún sobre la Tierra. Quizá todo sucedía en aquel recién estrenado Mundo Medio que se vieron obligados los animales a crear con la ayuda de la pequeña Araña de Agua para disponer de un lugar más amplio donde poder establecerse y vivir con comodidad...
Cuando el ney habla de su origen celestial y de la tristeza de la separación, sus oyentes, si tienen el corazón puro, sienten la misma tristeza, pero hay muchos grados espirituales en los hombres, y cada uno comprende según su propio grado.
We-gyet era habilidad sin sabiduría, poder sin miramientos por las consecuencias. Era tan despreocupado y petulante como un niño mimado y consentido, y sin embargo a menudo tan conmovedor como un no querido... We-gyet estaba atrapado entre el espíritu y la carne. No era un hombre y, sin embargo, era todos los hombres.
El jefe de la tribu, en medio de la grande y oscura tienda, iluminada brevemente por las ascuas de la gran hoguera ceremonial que crepitaba en el centro de la misma, presentaba su rostro grave y apenado, serio y provisto de un rictus inexpresivo, a causa de las noticias que debía dar a sus súbditos.
En la antigüedad más remota, antes de que existiera el hombre, sólo eran en el universo dos mundos: el Superior y el Inferior. El Mundo Medio no había sido edificado y por tanto en el cosmos solamente anidaban la bondad y el desinterés. Ni ninguna clase de vida, ni por supuesto la animal, que es la que llegó primero a la informe y oscura Tierra.
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