Suele ser agobiante para el estudioso, encontrar que en la actualidad grupos minoritarios se arrogan el ser ellos (y solo ellos) Ahl suna, como siempre, la respuesta parece estar en la aceptación de lo aparentemente disímil y en el transitar por el justo medio, lejos de todo fanatismo.
Para los mu‘taçilíes, Allah ve por Sí Mismo, no siendo su Ojo más que una expresión que se refiere simplemente a su Esencia Insondable capaz de abarcarlo todo. Para los ash‘aríes, el Ojo de Allah tiene el sentido figurado de Visión, Atención, Protección, con las que Allah salvaguarda lo que quiere.
Ni el bien ni el mal son independientes de Allah, el Uno-Eje de toda la existencia. He aquí la radicalidad con la que se expresa la ‘Aqîda haciéndose con ello algo tremendo y eficaz, capaz de transportar al ser humano hasta los aledaños de Allah Uno-Único.
En definitiva, la ‘Aqîda de la Gente de la Sunna consiste en afirmar lo que Allah ha afirmado de Sí y negar lo que Él ha negado de Sí, siempre en conformidad escrupulosa con la Revelación trasmitida por el Mensajero.
Lo exotérico no es más que la manifestación externa de lo esotérico, aún cuando quien ejecuta un rito todavía no sea receptáculo conciente del saber esotérico; no tiene ningún sentido afirmar que puede existir la religión sin el conocimiento esotérico.
No es lógico ni posible exigir a los musulmanes “tolerancia”, respecto a otros musulmanes que no creen exactamente igual que ellos, es necesario exigir aceptación y respeto, la mera tolerancia supone desagrado, y en cambio, en este punto ha de privar la hermandad
Es evidente que el mal es aquello que se remueve en el interior humano y causa desazón, inquietud y en definitiva infelicidad, por el contrario, aquello que mantiene a la persona en paz es el bien. Ambos son así, fáciles de reconocer.
En las palabras del Corán y la suna, explicadas correctamente por los ulemas tradicionales se encuentra la solución a todos los conflictos humanos
Es imposible adherir a una u otra corriente o escuela jurídica, sin tener en cuenta ciertas consideraciones relacionadas a la creencia.
El Islam es eminentemente una actitud práctica hacia la vida. Los ritos como el salat, el ayuno o la peregrinación carecen en absoluto de beneficio para quien desconoce su objetivo, y la ciencia que se ocupa de conocer estos objetivos, que conforman “El” objetivo del Islam, de la revelación, es el s
Si bien los que solicitan pruebas racionales sobre asuntos tales como la existencia de Dios. la veracidad de la revelación y que lo revelado a Muhammad es lo que todo ser humano debe seguir para alcanzar la felicidad aquí y en el más allá, suelen rechazarlas irracionalmente cuando se presentan.
Pocos asuntos tan controvertidos entre los musulmanes, como la gran desgracia de que la comunidad de Muhammad -saws- se dividió entre sunis y shias, quiera Allah swt propiciar una reconciliación antes del fin del plazo de este mundo.
El Tawhid, ese concepto central en la ‘aqidah islámica, permite a la humanidad que se abre al Único, Omniscente, Poderoso, Sabio, Rahman, Rahim, reencontrar la quietud espiritual, el reposo psíquico y la apertura mental y, al mismo tiempo, expulsar de su vida las manifestaciones de la confusión, de la perplejidad y de la desorientación.
Así el profeta contempla la Revelación con la mirada del corazón. No mintió en lo que vio: lo vio y lo transmitió impecablemente, sin mentira, sin ocultación, sin añadir ni quitar, sin exagerar ni disminuir. Ese es el mensaje maravilloso y equilibrado que nos trae Muhámmad, el Corán Generoso (Qur’an al Karim), la posibilidad de vivir en el mundo con una conciencia acrecentada y con sentido.
El Enviado cree en lo que se ha hecho descender sobre él procedente de su Sustentador, y (también) los creyentes: todos creen en Dios, en Sus ángeles, en Sus revelaciones y en Sus enviados, sin hacer distinción entre ninguno de Sus enviados (Corán)
Es musulmán cualquier persona, que consciente y solemnemente declara que no hay más dioses que Dios y Muhammad es Profeta de Dios.
La idea de lo irrevocable del destino estaba firmemente asentada entre las primeras generaciones de creyentes, pero fue topando con el rechazo de los intelectuales, a medida que el islam se expandía por Siria y Persia. La discusión eclosionó con la conversión de numerosos cristianos y maniqueos. En ese momento se trasladaron al ámbito del islam toda una serie de disputas que contraponían la Soberanía de Al-lâh a la libertad del hombre (al-ijtiyâr, la libre elección de sus acciones).
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