El tiempo de la Baraka nos permite escuchar en nuestra propia lengua a los maestros sencillos, profundos y eternos del Sufismo y prueba la hondura y la frescura que mantiene hasta la actualidad el pensamiento místico en el Islam.
Una religión que no acepte la intromisión en la vida del creyente de autoridades de ningún tipo no es una religión, es un terremoto para los miserables intereses de los que comercian con la debilidad humana. Es el modo de liberar la conciencia humana de su alienación. Cuando no hay intermediario entre la vida del creyente y su experiencia de lo sagrado, el ser humano comprende su valor y es capaz de construir su mundo.
Siete han sido las generaciones de conversos españoles al Islam hasta el momento. La primera generación de conversos españoles fue la de los románticos, los utópicos, los alucinados, los ilusos, los tarados. No sabían nada del Islam, pero intuyeron en él una fórmula de liberación más efectiva que aquellas otras que habían probado. Eran hombres y mujeres que provenían de la contracultura —de la extrema izquierda, del yoga, de los alucinógenos, etc.
No es fácil explicar lo que es la petición de la magfira, lo que se llama el istigfâr, si no se cuenta con el recurso fácil de un Dios frente a un Mundo. Mientras el significado de los dzunûb es accesible a todos los que se confían a Allâh, sin embargo, el sentido real de la magfira (ó gufrân) pertenece casi exclusivamente a los hombres del secreto de Allâh, a los que están protegidos bajo el sirr de Allâh.
En el Islam es francamente difícil que llegue a existir alguna vez la noción católica de “pecado”: un musulmán no puede imaginar que el ser humano sea capaz de ofender a Allâh. Nuestra conclusión es clara: Nosotros –los musulmanes- no cometemos pecados. No ofendemos a Dios. No manchamos nuestra alma. Y no necesitamos fe para comprobar que hemos hecho un desatino. Necesitamos sentido común.
El auténtico desapego que se le propone al musulmán es el desapego del desapego. No se trata de enfocar el desapego de las cosas, sino sólo a Allâh. No podemos desapegarnos del mundo porque el mundo es real. Nunca el Islam ha negado que sea real lo que podemos palpar, percibir, sentir. Más bien al contrario, afirma que no hay otra experiencia de Allâh que la que se obtiene del mundo a partir del yo.
Incluso aquellos que rechacen la tesis deberán admitir esa parte de la Sunna que lidia con las dimensiones ocultas de la existencia, y reconsiderar las aproximaciones sociales y racionalistas, tan de moda entre aquellos intelectuales que tratan de hacer pasar el islam por un sistema ordenado de pensamientos, operativo y eficiente, al servicio de un orden social satisfactorio para el hombre-máquina moderno. El secreto de Muhámmad opera de forma eficiente la destrucción de dicho paradigma.
Es posible que en las conferencias precedentes, porque así ocurre en la información que habitualmente recibimos, se haya hablado de Estados islámicos. Lo primero que quiero decir –y eso intentaré demostrar en esta conferencia- es que no hay Estados islámicos. Un Estado islámico es el que hubiera creado una sociedad islámica. Y no hay sociedades islámicas. Incluso sucede al revés. No es por casualidad que, mientras menos Estado hay, más islámica sea una sociedad.
El autor parte del concepto de idolatría en el judaísmo y el cristianismo, para deslindarlo de la problamática en torno a la visión de Al-lâh en el islam. Por una parte, el Corán deja claro que a Al-lâh no se lo puede ver con los ojos, al mismo tiempo que proclama: Mires donde mires, verás la Faz de Al-lâh. A partir de esta paradoja, expone las diferentes explicaciones dadas en el islam al tema de la ruya (la Visión de Al-lâh). Al final, se pregunta si una metafísica islámica tiene
Creo que esa pretensión de encontrar el Muhámmad auténtico o el Corán auténtico es infundada. Se trata de una idealización anacrónica del pasado. De hecho, la propia creencia en que existe un islam auténtico es de carácter metafísico e idealista, un paradigma que el propio autor dice rechazar. Creo
Las rebeliones que están ocurriendo en Túnez, Egipto, Libia y otros países islámicos marcan, con sus características particulares, la llegada de un momento de mayor dignidad del musulmán a los ojos de Occidente, declaró hoy a Efe el filósofo español Abdelmumin Aya.
Acabo de terminar uno de los libros más contundentes, directos y sanadores que he leído en toda mí vida. No puedo decir que me acercara a él de manera inocente pues, además de conseguir abrir dos inmensos campos de expectativas con un solo título (El Islam no es lo que crees, Kairós, 2010), se trata de una autor al que sigo desde hace años y cuyas obras se han ido convirtiendo en hitos vitales.
Entrevista a Abdelmumin Aya, autor de "El islam no es lo que crees" (Editorial Kairós)
La Editorial Herder acaba de publicar El Dios de la perlejidad: una serie de textos de meditación firmados por Abdelmumin Aya y José Manuel Martín Portales que demuestran que un diálogo islamocristiano es posible. Los autores de esta obra tienen varias cosas en común: ambos son creyentes, uno musulmán y otro cristiano; ambos aman la palabra esencial y por ello son poetas; y los dos son hijos de Andalucía.
El musulmán converso, doctor en Filosofía y experto en Islam, Abdelmumin Aya, manifestó que los líderes de los Estados islámicos no representan a la religión ni a sus propios pueblos, durante la presentación en la Asociación de Periodistas de Información Religiosa (APIR) del libro Diccionario de las tres religiones (Verbo Divino) que realizó en colaboración con el teólogo Xabier Pikaza.
El musulmán converso, doctor en Filosofía y experto en Islam, Abdelmumin Aya, manifestó que los líderes de los Estados islámicos no representan a la religión ni a sus propios pueblos, durante la presentación en la Asociación de Periodistas de Información Religiosa (APIR) del libro Diccionario de las tres religiones (Verbo Divino) que realizó en colaboración con el teólogo Xabier Pikaza.
¿Podrían existir religiones sin basarse en la fe? ¿Tienen dogmas los musulmanes? ¿Las religiones orientales también se basan en la fe? ¿El estudio de Biblia nos lleva a la fe o al ateísmo? ¿Qué sería la fe para Jesús de Nazaret?¿Es necesaria la fe para vivir? La experiencia mística, ¿sería una culminación o más bien una superación de la fe?
La Revelación al profeta Muhammad tomó la forma del Sagrado Corán. Este dato es sobradamente conocido. Lo que no es tan sabido fuera del orbe islámico es que no toda la Revelación muhammadiana entró a formar parte del Corán. Quedaron fuera unos miles de inspiraciones divinas en los que Allâh habla en primera persona o que tienen una temática trascendente que la tradición denominó hadices qudsíes.
Este nuevo libro de Abdelmumin Aya constituye una novedosa propuesta para estudiar al profeta Muhammad (sws), como mínimo, con el mismo respeto y escrupulosidad académica que se utiliza para otros personajes históricos. Este libro propone ahora estudiarlo desde la óptica del chamanismo, para ayudarnos a comprender la auténtica dimensión de la propuesta islámica, y liberarnos de prejuicios que nos han hecho perder de vista la verdadera fuerza telúrica del Islam, según declara el autor en
Abdelmumin Aya, antes Vicente Haya, 38 años, se incorpora este curso como profesor de un colegio público. Impartirá una materia muy especial: el Islam. Este año se incorpora como profesor a un colegio público sevillano. Impartirá clases de religión musulmana a los alumnos de primaria. Como él, 38 docentes se reparten desde este año por la geografía española para cubrir -aún de manera insuficiente,
Arrancar un velo, desproteger una herida y ver que está curada, que el mejor remedio para que las heridas de la mentira cicatricen es exponerlas, devolverlas a la intemperie que las vio nacer, a la experiencia de nuestra vulnerabilidad de criaturas. Islam para ateos es el poema del hombre vulnerable que quiere ser guerrero, que quiere ir más allá de su combate consigo mismo para exportarlo a la propia vida, y de ahí a la comunidad de los creyentes.
Llegamos al final. En los capítulos 2 y 3 hemos estudiado su tratamiento de las palabras imân y mu’mîn.
Al presentarnos su meditación sobre la nada, Abdelmumin Aya nos dijo: El planteamiento del filósofo es frío: la nada no existe, decimos. Bien, es verdad hasta cierto punto.
Hemos leído el texto sobre el maqam del amor de Abdelmumin Aya. Nos sentimos tristes por su incapacidad de concebir el amor a Al-lâh, pero también molestos por su desprecio hacia aquellos que se sitúan en el amor como morada. Hay quien prefiere negar la Palabra de Al-lâh antes que enfrentarse a la más ardua tarea de vivenciar aquello que el Corán propone.
No podemos comprender como este hombre inteligente y sensible, que se pasa las noches y los días pensando en como darlo todo por el islam, acabe diciendo las barbaridades que hemos leído. Lo patético no es una frase suelta u otra, sino el tono agresivo del conjunto, su vanidad de pensador contra-cultura y contra todo.
O Vicente, si este nombre eliges. Que cada uno se nombra lo que es.
Cada uno tiene o no su registro de Amor. Es una palabra muy amplia para ser definida. ¿De que tipo de Amor hablamos?
Conferencia pronunciada en el marco de unas jornadas organizadas por la UNESCO sobre las imágenes de Occidente. Abdelmumin Aya —antiguo director de webislam— aclara su posición sobre la actual situación internacional, al mismo tiempo que desbarata la absurda contraposición frontal entre dos supuestas entidades a las que se denomina como Islam y Occidente.
Según Ma’rúf al-Darjí, quien actúa para obtener un beneficio pertenece al número de los comerciantes, quien actúa por temor a un castigo pertenece al número de los esclavos, quien actúa únicamente por Allah es contado entre los libres y los nobles.
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