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Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son pecado. Para prevenir el contagio del sida, los musulmanes son llamados a la fidelidad en el seno del matrimonio y a la abstinencia. Pese a ello, quien sea débil ante la tentación y no se sienta capaz de cumplir estos preceptos, puede usar un preservativo para evitar que pueda causar daño a inocentes.
Este fue uno de los innovadores mensajes que se abrieron paso en el encuentro que un centenar de imanes procedentes de Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Mauritania celebraron en Rabat a mediados de julio con el propósito de incorporar a las mezquitas a la lucha contra la enfermedad.
Organizadas por el Ministerio de Asuntos Islámicos marroquí en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las jornadas de formación cumplieron eficazmente el objetivo de "romper el hielo", según Ibtisam Daudi, presidenta en Casablanca de la Asociación de Lucha contra el Sida (ACLS).
Al principio no fue nada fácil. "Los imanes lo ignoraban todo sobre el sida. Uno llegó a decirme que el simple hecho de hablar del sida era ya un pecado", cuenta Daudi.
La clave para superar las ideas preconcebidas fue el testimonio aportado por tres enfermos. "En aquel momento todo cambió completamente. Incluso hubo imanes que lloraron", dice la activista, que destaca el profundo impacto que el relato de una mujer contagiada por su marido causó en los religiosos, que asociaban la enfermedad a las relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Prueba de Dios
"El islam es una religión de misericordia", apunta Ahmed Abadi, director de Asuntos Islámicos de Marruecos. En su opinión, la información recibida ha permitido a los imanes comprender que el sida es "una enfermedad como cualquier otra. No es un estigma ni un castigo divino, sino una prueba a la que Dios somete a los enfermos. Y si se ama al prójimo, hay que hacer todo lo posible para procurarles paz".
La Declaración de El Cairo, firmada el pasado mes de diciembre por líderes religiosos cristianos y musulmanes del mundo árabe, fijó la línea que ha inspirado el encuentro de Rabat. En ella se insiste en la necesidad de "romper el silencio en torno al sida desde las mezquitas y las iglesias", atender a los colectivos más vulnerables y facilitar "protección, cuidados, tratamiento, apoyo y educación" a los seropositivos y a sus familias.
La especialista del PNUD Raphaële Péan se muestra esperanzada: "El apoyo de los líderes religiosos, que son los grandes formadores de la opinión pública, es esencial para quebrar el tabú".
Valioso precedente
Péan considera que el proceso iniciado en El Cairo y continuado en Rabat demuestra que "es posible implicar a los imanes en esta batalla", y sienta un valioso precedente: "No podemos obligarles a que hablen del sida en sus sermones, pero a partir de ahora el que quiera lo puede hacer".
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