Este término aparece cuatro veces en singular, como aquí, y una vez en plural. Se refiere a María, al profeta Zacarías (a quien fue confiada la tarea de cuidar de ella) y al profeta David. Traducido en singular por “santuario”, “santo de santos”, se considera como el lugar más elevado del templo, según los comentadores. En la tradición musulmana es el lugar ante el cual se sitúa el imam para dirigir la oración en una mezquita. ¿Cómo es posible que una mujer, que no debería poder estar allí, lo esté? ¿Qué hace María en ese sitio?
Recibe un alimento que provoca la sorpresa del profeta Zacarías, se le pide “inclinarse con los que se inclinan” y es entonces cuando los ángeles le hablan para anunciarles lo imposible. Esta anunciación será retomada en una versión ligeramente diferente en la sura 19, a la que volveré. Las cuestiones que se plantean los intérpretes del Corán sobre este asunto se centran en dos elementos principales: el de la posibilidad de María de ser imam, o dicho de otra forma, dirigente religiosa femenina, y el de tener o no el rango de profeta por ese alimento misterioso que la prepara a la visita angélica. Sobre la primera cuestión, a propósito del versículo donde se le dice “inclínate con los que se inclinan”, resumo los interrogantes:¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quién reza? ¿Antes los hombres? ¿Entre ellos? ¿Completamente separada de ellos, oculta en ese lugar elevado, incluso “encerrada” como dirán algunos? ¿Quizá frente a hombres y mujeres juntos o separados? Etcétera. Mi sorpresa fue enorme al descubrir que el término mihrab proviene de la raíz hrb, que significa desnudar a alguien, batallar… Así pues, lugar de desnudez y combate. ¿Es necesario que insista más sobre las resonancias tan actuales de este combate por el fortalecimiento religioso de la mujer, vinculado al imamato y al conocimiento, a través de la figura de María en el mihrab? En pocas palabras, se trata de la igualdad. Es una feminista judía, Judith Plaskow, quien se lo pregunta de un modo insistente en su libro Standing again at sinaï. La cito: “¿Cuál va a ser la actitud de aquella que, de pie en el público, lee en la Torá que las niñas pueden venderse como esclavas (Ex 21:7-11)? Forma parte de una profunda contradicción entre el mensaje de su presencia y el contenido de lo que aprende y enseña ”.
Dicho de otro modo: ¿De qué tipo de alimento o conocimiento espiritual se nutre para que el mihrab no sea el lugar de la repetición femenina del poder religioso patriarcal? ¿Qué tipo de hermenéutica debemos realizar para reinterpretar los textos sin que sitúen las voces feministas en contradicción consigo mismas? Desarrollemos, así, una hermenéutica que incluya nuestras experiencias de mujer, que hable de nuestro largo silencio. Se trata de un combate que va mucho más allá de una reivindicación igualitaria-estática: es una revolución de las herramientas tradicionales del conocimiento.
Es este cuestionamiento de la llamada “objetividad” científica el que casa con la metafísica de complementariedades dualistas. Este recurso de los fundamentos del conocimiento se pone en práctica, en la actualidad, en una de las ciencias “más objetivas”, la microfísica cuántica, que quebranta las separaciones clásicas sujeto-objeto, cuerpo-espíritu, a favor de la interdependencia, la interconexión y la interrelación, que proporciona las herramientas de un nuevo paradigma, el de una lógica de inclusión, que, aplicada al ejercicio de una nueva interpretación de los textos, da como resultado una hermenéutica que “mezcla su carne y su sangre con el Corán” , como lo describe Dhû-l-Misrî . En definitiva, una hermenéutica cuántica.
Esto me lleva a regresar al “alimento” de María en el mihrab, que provoca la sorpresa del profeta Zacarías (“¿De dónde te viene eso?”), a lo que María responde: “Viene de Dios; ciertamente Dios provee sin medida a quien El quiere” (3:37). En un artículo muy interesante titulado “La Vierge Marie dans le Coran”, Ida Zilio-Grandi resume perfectamente las cuestiones debatidas por los comentaristas a propósito de este versículo, todas ellas alrededor de la profecía de María y donde, según uno de ellos, “esta providencia divina no deberá considerarse como alimento, sino como ciencia” . ¿Acaso María no se alimenta de esta ciencia que no separa el cuerpo del espíritu, capaz de recibir la anunciación plasmada en la sura 3, y que significa que ha sido “elegida”?
“Elegido”, de la raíz sfw: desnatar, depurar, aclarar. Su misión profética, ¿no será la de esta penetración recíproca sexo-soplo (Corán 66:12)? Este aprendizaje de alimentarse del cielo en uno mismo, donde la insuflación se corporiza al mismo tiempo que el cuerpo se espiritualiza, se afina, se aclara, se vuelve más sutil. Dicho de otra forma, ¿acaso no aprende María a habitar su nombre, nombre de deseo en la distancia, habitar su nombre de liberación en esa quemazón de la que hablábamos antes? Esto nos lleva a otro de los lugares de María, el de la otra versión de la anunciación, calificada en el Corán como “el lugar oriental”.
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